martes, 1 de abril de 2014

LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y SUS REPERCUSIONES EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR PATRICIA AGUILAR FUENTES ZACATECAS, ZAC. MÉXICO. MARZO 2014 Para iniciar el presente trabajo, fue mi interés conceptualizar el término “globalización neoliberal”. Por lo que retomé primero el término globalización, que hace referencia a un proceso económico, social, político y cultural, que expresa la nueva modalidad de la expansión del capitalismo a partir del último cuarto del siglo XX. La globalización define las transformaciones económicas, políticas y sociales ocurridas en todo el mundo a mediados de los años setenta, intensificados posteriormente por el colapso del socialismo a finales de los años ochenta (1). Jaime Ornelas Delgado(1) menciona que los factores que caracterizan a la globalización, son: la expansión del sistema económico capitalista; la nueva forma de organización territorial y política del sistema mundial como proceso permanente (donde el Estado–nación es desplazado de las tareas que, tradicionalmente, venía desempeñando); el proceso de expansión de las empresas multinacionales y su peso específico en la producción mundial; así como, el desarrollo de las comunicaciones y la rapidez con que transcurre la innovación tecnológica. El concepto “neoliberal” hace referencia a una ideología que surge en la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, a partir de las teorías neoclásicas (ideas liberales) de finales del siglo XIX; pero es en los años setenta cuando comienza su auge a nivel internacional. Fueron los gobiernos de Margaret Thatcher, en Gran Bretaña, Ronald Reagan, en Estados Unidos quienes las aplicaron con éxito (2). El valor central de la doctrina de Thatcher y el neoliberalismo en sí mismo, es la noción de competencia entre naciones, regiones, empresas y por supuesto, individuos. En este periodo Estados Unidos, Europa y Japón inician procesos de estabilización económica, disminuyendo cargas fiscales, recortando gastos sociales, facilitando el intercambio con el exterior y se profundiza la división internacional del trabajo, se creía que con estas medidas el mundo estaba listo para iniciar su fase de crecimiento. Desde principio de los años 80, el liberalismo volvió a considerarse como la única forma adecuada de gobernar. Era el nuevo liberalismo, el neoliberalismo. Actualmente, el neoliberalismo al oponerse a la intervención redistributiva del Estado, perpetúa la desigualdad socioeconómica tradicional y la acrecienta. Este sistema introduce el criterio de que solamente el mercado posee la virtud de asignar eficientemente los recursos a los diversos actores sociales y fijar los niveles de ingresos. En síntesis y desde una perspectiva moderna, el neoliberalismo puede ser definido como la creencia en que la intervención gubernamental usualmente no funciona y que el mercado usualmente sí lo hace y que el intercambio voluntario de bienes y servicios satisfará habitualmente los requerimientos de los individuos con mucha mayor eficacia que el gobierno dentro de las restricciones de recursos. Así mismo, se piensa que el fracaso del gobierno en la consecución de sus metas (fallo del gobierno) es predecible y según los neoliberales ha sido confirmado por la experiencia. Ahora bien, la ideología en que está basada la globalización es en el “free market”, llamada también “fundamentalismo del libre mercado”, que implica el desplazamiento del estado en la actividad económica. Así, la globalización se impone mediante un proceso político dirigido por la clase dominante, clase social hegemónica propietaria del capital y que implica el desplazamiento del estado en la actividad económica. De esta forma se impone una modalidad capitalista sustentada en el libre mercado, que trae consecuencia como cambios culturales y políticos que responden a la imposición. De esta forma la globalización retoma la ideología del neoliberalismo. Cuando el Estado perdió eficacia para cumplir con los fines de acumulación del capital, el libre mercado se convirtió en la propuesta política del capital financiero transnacional con miras a sostener y, sobre todo, apresurar el proceso de globalización y mejorar las condiciones de la reproducción del capital. En otras palabras, la globalización es un fenómeno histórico, marcado por la desaparición del llamado socialismo real, vinculado a un proyecto político diseñado e impulsado por una clase social hegemónica propietaria del capital y que, entre otras cosas, implica el desplazamiento del Estado de la actividad económica. El desplazamiento del Estado y la imposición del mercado en la actividad económica, trajo consigo formas crecientes de exclusión social, elevó los niveles de desempleo y pobreza, además de agudizar la polarización en sociedades ya de por sí proclives a la polarización. Al mismo tiempo, los servicios públicos como la salud, la educación, la vivienda, la energía eléctrica, el agua potable y, en general, todos los referidos a la seguridad social, al dejar de ser bienes y servicios proporcionados por el Estado han empezado a perderse como parte de los componentes inalienables de los derechos ciudadanos y se han convertido en meras mercancías intercambiadas entre proveedores privados y clientes que actúan en el mercado al margen de cualquier consideración social y, mucho menos, de la responsabilidad gubernamental de atender las necesidades de la población, con el fin expreso de disminuir las desigualdades sociales y regionales. Ante este panorama de “La Globalización neoliberal”, en septiembre de 1995, quinientos expertos se reúnen en San Francisco para estudiar el panorama del siglo XXI. Se analiza y sus predicciones aterrorizan, solo el 20% de la población manejará la economía mundial. La visión fue que el número de desempleados aumentaría y nadie estaría seguro en su empleo. Hoy en día, al inicio del siglo XXI son situaciones de la vida diaria, en todas partes se oye el mismo argumento. Los nuevos competidores en el mercado mundial China, India y los países del este de Europa manejan salarias bajos y aumentan su competitividad. “Quienes toman las decisiones en los multimillonarios fondos de inversión y las grandes multinacionales dan jaque mate a los estados nacionales, los políticos actúan como si sólo pensarán en dar carta blanca a las fuerzas económicas más brutales, renunciando a toda regulación” (3). Vivimos los efectos de la globalización neoliberal. “El mundo se vuelve uno”, con esta frase Hans – Peter Martin y Harald Schumann inician el capítulo “Todo está en todas partes”, de su libro La trampa de la globalización. En el que hablan como este fenómeno mundial atenta contra la democracia y el bienestar. Nos hablan como la furia de la globalización (4), ha logrado que todo este en todas partes. Las grandes empresas tienen mercado lo mismo en el suburbio de Manhattan que en las poblaciones al pie del Himalaya, donde aún con vestimenta típica nacional llevan sobrepuestas chaquetas de cuero y comercian copias piratas de películas norteamericanas traídas de la India. En el reino de los grandes imperios empresariales ya no se pone el sol. Estos autores exponen el poderío global de los imperios mediáticos. Nos mencionan como cuanto más se vuelve internacional el mercado de las imágenes, tanto más se estrecha el control. “Por término medio, la industria americana del cine invierte en una película 59 millones de dólares, una suma a la que los productores europeos o indios no pueden ni acercarse. De esta forma se refuerza el torbellino en dirección a Hollywood y Nueva York. También la prometida variedad futura de 500 canales de televisión en cada hogar es solo aparente. Unos pocos líderes de mercado modulan y reciclan sus productos en muchos lugares de emisión, adaptándolos a los diferentes grupos de destino” (3) p. 25,26. Así mismo, nos exponen como los derechos de transmisión de los eventos deportivos importantes, son financiables con enormes ingresos por publicidad, que solo pueden pagar las grandes emisoras o los comercializadores internacionales. A su vez, mencionan, por el deporte y el patrocinio solo se interesan los fabricantes que también están presentes en todo el ámbito de emisión, sobre todo los consorcios multinacionales. Aquí, se equipara como un anuncio intercontinental de 90 segundos de duración cuesta tanto como una película europea media. La cultura se ha globalizado, ejemplo de ello, la gira mundial de tres cantantes José Carrera, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti en 1995; “el público de cuatro continentes podía derretirse en la propina adaptada al correspondiente círculo cultural, los tres cantantes globalizados interpretaron Kawa-no nagare nayomi ante los japoneses, junto al Danubio que nunca fue azul embalsado actualmente justo delante del estadio del Prater, donde cantaron los tenores de Viena” (3)p. 27. El deporte, también hoy en día se encuentra dentro de este panorama. Los juegos olímpicos están plagados por publicidad, que solo pueden pagar empresas multimillonarias. Así, a velocidad casi inaprensible, se abre la paso la globalización. El mundo entero se ha vuelto un solo mercado, en apariencia próspero. Proximidad mediática y simultaneidad siguen sin producir vinculación cultural y mucho menos igualdad económica. Así mismo, trescientos cincuenta y ocho multimillonarios son en conjunto tan ricos como dos mil quinientos millones de personas, casi la mitad de la población mundial (4) p.35. La mayor parte del mundo se ha transformado en un planeta miseria, rico tan solo en megaciudades con megasuburbios, donde miles de personas se abren paso trabajosamente, buscando identidades globalizadas como Calvin Klein (reality for men), Carolina Herrera, Macdonal, Coca cola (transformación de la sed en una necesidad). Vamos hacia un mundo de guetos para ricos y enormes ciudades para pobres. Las formas de producción de países capitalistas desarrollados han alcanzado una dimensión que hace posible la interconexión global, arrastrando al resto de las naciones, a través de los monopolios multinacionales, internacionalizando el capital, maximizando las ganancias a través de la privatización, libertad de mercado y desregulación estatal. Los países subdesarrollados se hacen cada vez menos nacionales porque cada vez sus economías están mediatizadas por los intereses del gran capital. A nivel de la superestructura este proceso de cambio inicialmente económico ha influido en esferas como la política, educación, cultura, etc. Surgen contradicciones entre el pensamiento nacional que defiende la integridad y la soberanía nacional y las grandes transnacionales que se apoyan en los gobiernos del primer mundo y de los sectores nativos, económicos y políticos que siempre han sido antinacionales y ahora reforzado por los beneficios que le aportan su participación exclusiva en el mercado global. Por lo tanto, la influencia del gran capital en el control de los sistemas educativos es absoluto, coherente con sus intereses de dominación económica, promueven el diseño de reforma basado fundamentalmente en la privatización, la elitización y el mercantilismo en la educación superior. (6) Para Fredy Fagundo Montesinos, et.al (2003), sitúan el impacto de la globalización en la educación superior tanto directo como indirecto. Un ejemplo de efecto directo, mencionan, es la forma en que las economías nacionales están reestructurando sus sistemas de apoyo para la educación superior como consecuencia del cambio de las prioridades y las políticas de ajuste estructural. Ejemplos de efectos indirectos los autores incluyen la forma mediante la cual la guerra contra el terrorismo ha venido a limitar la libertad académica en algunas universidades de América Latina, está cambiando de una forma orientación colectivista hacia ideales asociados con el individualismo. Lo que está claro es que las diversas manifestaciones de la globalización tienen el potencial para producir diferentes clases de efectos, aunque desenmarañar causa y efecto puede ser bastante problemático. Con este panorama, esta en marcha la globalización neoliberal con rasgos que la caracterizan y formas que repercuten a través de la economía y la política en los procesos educativos universitarios. Según el neoliberalismo los sistemas educativos tienen que ser eficientes hasta el punto en que se necesite disponer de determinadas fuerzas calificadas para el desempeño de las economías invadidas; donde obtiene recursos naturales abundantes, mano de obra barata y pocas exigencias en la protección del medio ambiente, además requiere un educado tecnócrata con baja capacidad crítica de la realidad social para proponer alternativas de solución, lo que pudiera constituir una amenaza para su hegemonía transnacional. Como se ha visto, en la medida en que en una sociedad altamente diferenciada un sistema educativo se comercializa, son cientos de miles los jóvenes que sencillamente no pueden ya aspirar a la educación, porque no encuentran lugar en una educación pública disminuida o porque las colegiaturas de la educación privada la vuelven totalmente inaccesible. Tendremos un país que cada vez más está lleno de jóvenes sin empleo, sin educación y sin perspectivas. Desde el punto de vista social, la mercantilización de la educación destruye lo más preciado para un país: la conexión entre generaciones, el traspaso de la idea y la capacidad en conocimiento y perspectiva, para construir una nación. Es decir, lo que da el conocimiento superior. Si un número cada vez mayor de jóvenes no tiene perspectiva ni futuro, el país mismo es el que se queda sin futuro. Si ya es de por sí sorprendente la escasez de análisis críticos en cuanto se refiere más directamente a la experiencia educativa, no hay que hablar de cuanto, un paso más allá, tenga algo que ver con las implicaciones últimas -sociales, políticas- del modelo educativo que se comienza a configurar a fin de satisfacer convenientemente los requerimientos del actual contexto socioeconómico. Y ello a pesar de las consecuencias de todo tipo -sociales, laborales, personales- que el modelo pueda traer. Por tanto, no parece que sea ajeno a quienes ejercen una función pedagógica o docente, el clarificar, aunque sólo sea por razones éticas, si el objetivo es formar usuarios convenientemente cualificados para ejercer su función de productores/consumidores en el nuevo escenario económico, o, por el contrario, estimular la participación, desarrollar valores, proporcionar un bagaje de conocimientos y elementos de juicio que permitan pensar la sociedad y tener una visión crítica y activa de los acontecimientos de nuestro tiempo. La toma de partido, en suma, entre la educación-negocio y la educación-derecho. El mundo actual entonces, exige a las Instituciones de educación superior formar individuos capaces de integrarse a la sociedad con eficiencia y calidad. Deben proporcionar al individuo las competencias necesarias para lograr el éxito individual y colectivo. De esta forma crear los fundamentos para una sociedad civil fuerte y participativa. Como se ha visto, en la medida en que en una sociedad altamente diferenciada el sistema educativo se comercializa, son cientos de miles los jóvenes que sencillamente no pueden ya aspirar a la educación, porque no encuentran lugar en una educación pública crecientemente disminuida o porque las colegiaturas de la educación privada la vuelven totalmente inaccesible. Tendremos un país crecientemente lleno de jóvenes sin empleo, sin educación y sin perspectivas. Desde el punto de vista social, la mercantilización de la educación destruye lo más preciado para un país: la conexión entre generaciones, el traspaso de la idea y la capacidad en conocimiento y perspectiva, para construir una nación. Es decir, lo que da el conocimiento superior. Si un número cada vez mayor de jóvenes no tiene perspectiva ni futuro, el país mismo es el que se queda sin futuro En México, estos varios años de mercantilización de la educación, han sido suficientes para ver que no cabe ahora la promesa de que la globalización traerá prosperidad y educación. La educación como un derecho y no como mercancía es lo que garantiza el derecho a la vida de nuestra gente y de nuestros países Así mientras en nuestras universidades seguimos debatiendo sobre la naturaleza y alcance de los cambios que son necesarios para responder a los retos de ayer, el mundo a nuestro alrededor cambia y se transforma de manera vertiginosa. La acumulación de saberes que no miden procesos comprensivos de la vida cotidiana de cada profesión y oficio, pone en riesgo la eficacia del proceso educativo. FUENTES DE CONSULTA (1) Jaime Ornelas Delgado. GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL: ECONOMÍA, POLÍTICA Y CULTURA. http://rcci.net/globalizacion/2004/fg457.htm (2) Licda. Zuleika Cabrera Reyes.Neoliberalismo. Principios y efectos del Neoliberalismo. UNIVERSIDAD INTERAMERICANA DE PANAMA CENTRO INTERAMERICANO DE POSTGRADOS MAESTRIA EN ADMINISTRACION DE NEGOCIOS http://www.elprisma.com/apuntes/economia/neoliberalismoconcepto/ (3) Hans Peter Martin, Harald Schumann. La trampa de la globalización. El ataque contra la democracia y el bienestar. Editorial Taurus. p. 21 – 51 (4) José A. Accino. EL SILENCIO DE LOS CORDEROS: SOBRE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA EDUCACIÓN Servicio Central de InformáticaUniversidad de Málaga. http://www2.uca.es/HEURESIS/heuresis99/v2n3.htm (5) Carlos Alberto Torres. Globalización y Educación Superior en las Américas.revista THEOMAI/THEOMAI Journal. Número 15 (primer semestre 2007) http://revista-theomai.unq.edu.ar/NUMERO15/ArtTorres_15.pdf (6) Fredy Fagundo Montesinos, et.al. La globalización neoliberal y su repercusión en la educación superior américa latina. DIRECCIÓN PROVINCIAL DE SALUD. Centro Provincial de Información en Ciencias Médicas. Matanzas, Cuba- 2003. http://www.cpimtz.sld.cu/revista%20medica/ano%202003/vol1%202003/tema05.htm

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